LA CRISIS DE LA MASONERÍA ESPAÑOLA A
FINES DEL XIX
Amparada en las libertades
proclamadas por la Revolución del 68, la masonería española
experimentó explosión numérica y una consecuente reorganización. Con
la llegada de Alfonso XII el proceso de crecimiento siguió en aumento.
La Constitución de 1876 y el sistema canovista-sagastino seguían
concediendo permisividad suficiente a las actividades masónicas, y la
Ley de Asociaciones de 1887 concedió por primera vez a la masonería
española ciertos resquicios para su adscripción legal. Sin embargo, el
proceso de divisiones y subdivisiones internas, por una parte, y la
inculpación como responsable de la pérdida de las Colonias, por otra,
dieron al traste con el definitivo asentamiento de la masonería
española, sumiéndola en una crisis, localizada entre 1896 y 1900.
El
Gran Oriente Nacional de España (GONE):
Masones de la logia "hijos
del progreso" nº 4 de Madrid en 1885. Otras logias del GONE fueron
“Alona” de Alicante, “Constante Alona” de Alicante, “Vega Florida”
de Murcia, “Fraternidad Ibérica” de Madrid
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En 1865 había sido elegido
Gran Maestro Ramón Mª Calatrava (1865-1876); después de muerto éste le
sucedió el Marqués de Seoane (1876-1887); y también tras la muerte de
Seoane, José María Pantoja (1887-1896). Incólume en sus principios
defendió siempre la neutralidad política y religiosa, aun a costa de
perder logias que de su seno pasaron al de otras obediencias. A pesar
de estas pérdidas se mantuvo sin escisiones internas logrando la
adhesión, en 1873 de un grupo de logias procedentes del Gran Oriente
Ibero entre cuyos miembros se encontraba Eduardo Caballero de Puga. El
31 de enero de 1887 moría Juan Antonio Seoane y poco después se
originaba la primera gran escisión en el seno del Gran Oriente
Nacional de España. Un buen grupo de logias, encabezado por Alfredo
Vega, Vizconde de Ros, deseaba una reforma constitucional y se
enfrentó al grupo encabezado por José Mª Pantoja y Eduardo Caballero
de Puga que pretendía mantener el vigente sistema de organización. De
esta forma se constituyeron dos Grandes Orientes Naciones de España.
Gran Oriente Nacional de España,
presidido por Pantoja (GONEP):
El 2 de enero de 1887, José
Mª Pantoja había sido elegido para ocupar los cargos de Teniente Gran
Comendador y Gran Maestre Adjunto del Gran Oriente Nacional de España.
Con el fallecimiento de Seoane, pasó a ejercer las funciones de Gran
Comendador Gran Maestre, manteniéndose como Gran Secretario Eduardo
Caballero de Puga. Ambos dirigieron el GONE hasta su desaparición en
1896, año en el que ambos sufrieron la persecución y la cárcel. El
sistema organizativo del Gran Oriente Nacional de España, presidido
por Pantoja hacía emanar los poderes según un sistema tradicional
dentro del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, ya que no aceptó las
conclusiones adoptadas por el Congreso Universal de Lausana de 1875.
La autoridad del Soberano Gran Comendador y Gran Maestro ad vitam,
depositada por derecho en una sola mano, con un Supremo Consejo y su
Cámara de Ritos, se extendía del centro a la circunferencia, abarcando
los talleres simbólicos sujetos a los dictámenes de sus Capítulos
Locales, que a su vez engranaban con los provinciales. Pese a estos
planteamientos, en los que subyacían los argumentos basados en la
tradición frente a razones de reforma defendidas por otras
obediencias, el Gran Oriente Nacional presidido por Pantoja, se vio
obligado a cambiar algunos puntos como el de conceder poder decisorio
a la Asamblea. Esa cierta evolución experimentada también se dejó
notar en la admisión del Rito de Adopción, dando paso, de esa forma, a
la mujer dentro de las logias.
Gran Oriente Nacional de España en
torno al Vizconde de Ros (GONER) y Gran Oriente Ibérico (GOIco):
Por otra parte, la fracción
de logias encabezadas por el Vizconde de Ros constituían un Supremo
Consejo el 20 de febrero de 1887 en el que se adherían a los preceptos
y acuerdos tomados por el Convento Universal de los Supremos Consejos
reunidos en Lausana en 1875. Este Supremo Consejo reivindicó para sí
los derechos y el carácter de única y soberana autoridad legal para el
gobierno, dirección y administración del Rito Escocés Antiguo y
Aceptado en los límites del territorio español. Desde el primer
momento declaró el carácter democrático del gobierno interno de la
obediencia renunciando a la dirección de la masonería simbólica,
reconociendo a las logias su exclusiva, libre y completa autonomía
para proveer a su gobierno y administración. El Gran Oriente Nacional
de España organizado, en su origen, en torno a Alfredo Vega, Vizconde
de Ros, continuó su andadura, comenzada en febrero de 1887, al menos
hasta 1896 aunque en 1893 cambiase su nombre por el de Gran Oriente
Ibérico.
La enorme autonomía que el
Vizconde de Ros concedió al simbolismo logró que se creasen Grandes
Logias Simbólicas Regionales. Las Grandes Logias Regionales se
encargaban de la administración y gobierno de los tres primeros
grados, mientras que el Supremo Consejo administraba los grados
superiores. De esta forma El Gran Oriente Nacional de Ros estableció
en 1887 sendos convenios con la Gran Logia Regional Catalana el 17 de
junio, y con la Gran Logia Simbólica de Portugal. El 11 de octubre del
mismo año tuvo lugar la instalación de la Gran Logia de Castilla la
Nueva. El 20 de abril se adhería al Gran Oriente de Ros la Gran Logia
Regional de Andalucía con sede en Córdoba, etc…
El Gran Oriente Nacional de
España organizado en torno al Vizconde Ros intentó la unión masónica
con una parte del disgregado Gran Oriente de España representado por
Miguel Morayta como Gran Maestre Interino de la Gran Logia Simbólica
del Gran Oriente de España, y por Juan López Parra como Gran Teniente
Comendador del Supremo Consejo del Gran Oriente de España. De esta
forma, los tres hombres citados formaron un Directorio y promulgaron
juntos un decreto, con fecha 3 de febrero de 1888, convocando a todas
las logias a una Asamblea Constituyente en la que salió elegido como
Gran Comendador el Vizconde de Ros y como Gran Secretario Miguel
Morayta. Igualmente se decidió que el nombre de la nueva obediencia
fuese el de Gran Oriente Nacional de España. Ciertas anomalías en el
siguiente proceso electoral motivaron la protesta y ruptura por parte
de Miguel Morayta que se separó definitivamente de la obediencia del
Vizconde de Ros fundando el Gran Oriente Español a comienzos de 1889.
Las logias fieles al Vizconde de Ros tuvieron a éste como Gran
Comendador hasta que presentó su dimisión que fue aceptada en
beneficio de Francisco Rispa Perpiñá, quien lo ejercería al menos
hasta 1896. Rispá llevó adelante una reforma constitucional variando
el nombre de la obediencia que pasaría a denominarse Gran Oriente
Ibérico.
Gran Oriente de España (GODE):
Los orígenes de esta
obediencia no son suficientemente claros. Algún testimonio de la época
asegura que se formó alrededor de 1869 a partir de un grupo de
disidentes del Gran Oriente Nacional de España. Sea como fuere, la
Gran Logia Simbólica del Gran Oriente de España tenía, el 18 de
noviembre de 1869, a Carlos Magnán como Gran Maestre accidental, a
Juan de la Somera como Gran Secretario y a Francisco Javier Parody
como Gran Secretario extraordinario. Por su parte el Supremo Consejo
de Grado 33 también estaba presidido por Magnán aunque en calidad de
adjunto interino. Magnán a mediados de 1870 fue relevado de sus cargos
por don Manuel Ruiz Zorrilla. Sorprendentemente, Ruiz Zorrilla el 18
de julio todavía no era masón y dos días más tarde quedaba investido
como la máxima autoridad de la obediencia.
Manuel Ruiz Zorrilla presidió
el Gran Oriente de España hasta el 1 de enero de 1874, fecha de su
dimisión, sin embargo el verdadero director de la obediencia, hasta el
4 de septiembre de 1872, fecha de su muerte, fue Simón Gris Benítez.
En su trabajo de Gran Maestre adjunto presidió siempre las sesiones de
la Gran Logia, pues el presidente titular casi nunca pudo asistir
debido a sus compromisos políticos y obligaciones profanas. En
contraposición al Gran Oriente Nacional de España, el Gran Oriente de
España tuvo una organización interna de talante democrático. Estaba
dividido en un Supremo Consejo, a cuya cabeza se encontraba un
Soberano Gran Comendador, elegido entre los masones que ostentaban
grado 33, y una Gran Logia Simbólica, dirigida por un Gran Maestre
elegido por la Asamblea de representantes de las logias simbólicas y
de las altas cámaras.
El 31 de enero de 1873 era
admitida su dimisión por Ruiz Zorrilla, cuyo cargo fue asumido por
José Carvajal (Tiberio Graco) que intentó manipular a su favor el
proceso electoral. Finalmente, tras su expulsión, para sustituir a
Ruiz Zorrilla fue elegido Juan de la Somera, que quedó investido como
Gran Maestre el 26 de marzo de 1874. Durante el período de mandato de
Juan de la Somera el Gran Oriente Ibero se unían al Nacional de España
el 1 de junio de 1874. Dado que el Gran Oriente Ibero trabajaba en el
Rito Francés o Azul, se admitió que tras la fusión también en el Gran
Oriente de España podría trabajarse en dicho Rito, para lo cual se
creó el nuevo cargo de Gran Maestre adjunto del Rito Azul, para el que
fue designado Juan Utor. De esa forma coexistían dos Grandes Maestres
en la misma obediencia. Dimitido Juan de la Somera era nombrado para
sustituirle Práxedes Mateo Sagasta que el 5 de enero de 1876 quedó
investido como Gran Comendador y el 7 de marzo como Gran Maestre. Tras
la renuncia irrevocable de Sagasta, el 3 de noviembre de 1880 fue
elegido Gran Comendador y Gran Maestre Antonio Romero Ortiz que
dirigió la obediencia hasta su muerte sucedida el 18 de enero de 1884.
El mes de mayo de 1884 fue
elegido como Gran Maestre Manuel Becerra, que dimitió en 1886 dejando
al Gran Oriente de España sumido en el desorden y la división. Juan de
la Somera había muerto en 1881 y con él había desaparecido su
obediencia. Por su parte el Gran Oriente de España surgido tras los
problemas con Utor en julio de 1875, y del que se había erigido como
líder indiscutible Juan Antonio Pérez (Ricardo), había cambiado de
denominaci6n y desde 1881 se llamaba Gran Oriente Legal y Regular de
España; pero en 1887 el Gran Oriente de España que había continuado
hasta esas fechas, dirigido por Manuel Becerra, se dividió de nuevo en
otros dos Grandes Orientes de España: uno presidido por Ignacio Rojo
Arias, nombrado Soberano Gran Comendador tras la dimisión de Becerra,
y el otro dirigido por Morayta como Gran Maestre adjunto de la Gran
Logia Simbólica, y por Juan López Parra como Gran Comendador interino
del Supremo Consejo.
Gran Oriente de España de Rojo Arias (GODER):
Parece ser que tras la
dimisión de Becerra quedó como Soberano Gran Comendador del Gran
Oriente de España el senador Rojo Arias. Al considerarse heredero
legítimo de Becerra, quedó enfrentado con la fracción del Gran Oriente
de España que encabezaban Morayta y López Parra. Este Gran Oriente
parece que se extinguió a finales de 1890, aunque debió haber algún
intento de reconstitución de su Supremo Consejo en 1893.
El
Gran Oriente Español (GOE):
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Masones italianos visitan en 1891 la
logia "Francisco Aronet de Voltaire" del GOE
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Tras la dimisión de Manuel
Becerra, el Gran Oriente de España quedó dividido en dos grupos
fundamentales: el comandado por Rojo Arias y e1 de Morayta y López
Parra. Este segundo grupo gestó en 1887 una fusión con el Gran Oriente
Nacional de España del Vizconde de Ros, quedando constituidos en Gran
Oriente Nacional de España. En octubre, se produjo la escisión y
Miguel Morayta se separaba con un grupo de logias para constituir a
principios de 1889 el Gran Oriente Español. Desde el primer momento
quedó investido como Gran Presidente del Supremo Consejo y Gran
Maestre Miguel Morayta, y como Gran Secretario Joaquín Ruiz.
El 9 de abril Miguel Morayta
escribió una carta contra el gobierno protestando por la clausura de
las logias de Cuba e inmediatamente se decretó una orden judicial
contra él. Comenzaba así un largo proceso, que tendría fuerte
resonancia en las Cortes, complicado por las conexiones del Gran
Oriente Español con la masonería filipina y con la Asociación Hispano
Filipina en Madrid. El 21 de agosto de 1896 el Gobernador de Madrid
entró con la policía en las sedes del Gran Oriente Español y de la
Asociación Hispano Filipina, que eran las mismas, y se incautó de los
sellos y documentación que encontró en ellas. Al día siguiente fueron
detenidos los miembros más destacados de ambas asociaciones. El
resultado final fue la práctica desaparición del Gran Oriente Español.
Gran Oriente de España de Pérez y Gran
Oriente Legal y Regular de España (GODEP):
Con el nombre de Gran Oriente
de Pérez, fue denominada esta obediencia que tuvo sus orígenes a
comienzos del mes de julio de 1875. El desencadenante fue una carta
enviada por Juan de la Somera a un hermano residente en Cuba,
concediéndole el poder de otorgar grados superiores a los miembros de
las logias antillanas. Considerado por la Asamblea que aquella
concesión era una intromisión inadmisible, se comenzó un proceso que
acabó con la expulsión de Juan de la Somera, Juan Utor, Clemente
Fernández Elías y Francisco Javier Parody y se puso a la cabeza de la
Gran Logia Simbólica a Juan Antonio Pérez ocupando el cargo de Gran
Maestre durante muchos años. De hecho el Gran Oriente de Pérez, que se
autodenominaría Masonería Regular de España, Gran Oriente Legal y
Regular de España o Gran Logia Simbólica.
El Gran Oriente Lusitano Unido (GOLU):
En los anos previos al Sexenio, y dada
la situación de prohibición que pesaba sobre la masonería española,
muchas logias tuvieron que buscar auspicios en Portugal. Dos
obediencias del país vecino, el Gran Oriente Portugués y el Gran
Oriente Lusitano, se fusionaron en octubre de 1869 y constituyeron el
Gran Oriente Lusitano Unido.
Gran Consejo General Ibérico y su Gran
Logia Simbólica Española del Rito Antiguo y Primitivo Oriental de
Memphis y Mizraim (GCGI)
Su creación data de 15 de
febrero de 1887, aunque no recibió el espaldarazo internacional
definitivo hasta el 10 de enero de 1889, fecha en que fue reconocida
por el Gran Consejo de Nápoles, que por cierto había presidido Garibaldi. Tal vez la originalidad mayor del GCGI y de su GLS es que
trabajaba en el Rito Antiguo y Primitivo Oriental de Memphis y Mizraim,
compuesto por 97 grados e inspirado en la denominada masonería
egipciaca. Los principales líderes de la obediencia en 1889, eran
Manuel Gimeno Catalán que ocupaba el cargo de Soberano Gran Maestre
General del Gran Consejo, Ricardo López Sallabeny que ocupaba el de
Gran Maestre de la Gran Logia Simbólica e Isidro Villarino que ocupaba
el cargo de Gran Secretario. A mediados de 1890, Manuel Gimeno fue
sustituido en su cargo de Gran Maestre General por Enrique Pérez de
Guzmán, Marqués de Santa Marta quien a su vez presentó la dimisión a
finales de 1893, siendo elegido para sustituirle el conocido
publicista librepensador Fernando Lozano. Como quiera que este último
no aceptase el cargo quedó investido como Gran Maestre General Isidro
Villarino.
Emancipación del simbolismo: las
grandes logias simbólicas
El origen de las Grandes
Logias Simbólicas Regionales hay que buscarlo en las tensiones entre
el simbolismo y el filosofismo masónicos. Muchas logias simbólicas, o
lo que es lo mismo, que trabajaban en los grados genuinamente
masónicos de aprendiz, compañero y maestro, vieron en los altos grados
una desvirtuación de la masonería. Era necesario trabajar en los tres
primeros grados, para salvar a la masonería española de los deseos de
poder y de los gravámenes de todo tipo que implicaban los organismos
compuestos por los grados superiores administrativos y filosóficos.
Además las cámaras superiores gobernaban normalmente desde Madrid lo
que creó un intenso malestar en provincias debido a la excesiva
centralización. Algunos Supremos Consejos, conscientes del peligro,
organizaron sus respectivas obediencias creando Grandes Logias,
Regionales o Provinciales, con amplia autonomía, pero no lograron
ahogar el creciente deseo descentralizador de las logias simbólicas
que se agruparon entre ellas constituyen- do Grandes Logias Simbólicas
con carácter independiente. Veamos algunas de ellas:
Gran Logia Simbólica Independiente
Española (GLSIE):
Tal vez el primer ejemplo
español de independencia del simbolismo se encuentre en la Gran Logia
Simbólica Española que se instaló definitivamente el 7 de febrero de
1881 y que perviviría en solitario hasta 1896.
Gran Logia Simbólica Regional Catalana
Balear (GLSRCB):
Juntamente con la independencia del
simbolismo se desplegó en el seno de la francmasonería una corriente
políticamente autonomista ligada al federalismo de base regionalista y
que, en definitiva, no hizo sino reproducir en medios masónicos la
realidad socio-política catalana. La conjunción de estos factores
cristalizó en la Gran Logia Simbólica Regional Catalana, creada de
1886 y que, en 1888, pasaría a denominarse Gran Logia Simbólica
Regional Catalana Balear.
En 1884 se constituyó la Gran
Logia Provincial de Barcelona, auspiciada por la Gran Logia Simbólica
Independiente Española de Sevilla, que intentaba trabajar sólo en los
tres grados simbólicos dentro de un espíritu marcadamente democrático.
Un año más tarde, se acometió con éxito la fundación de la Gran Logia
Simbólica Regional Catalana.
Gran Logia de Castilla la Nueva (GLCN):
Siguiendo el ejemplo de la
Gran Logia Simbólica Regional Catalana, el 11 de octubre de 1887 se
reunieron los representantes de varias logias y constituyeron la Gran
Logia de Castilla la Nueva. La Gran Logia de Castilla la Nueva se
adhirió al Gran Oriente Nacional de España surgido tras la unión de
Ros y Morayta. El 27 de junio de 1888 tuvo lugar la instalación de la
nueva Gran Logia saliendo reelegido como Gran Maestre Antonio Ortiz.
Gran Logia Regional Galaica (GLRG):
En Galicia este movimiento tuvo su
expresión en la creación de la Gran Logia Regional Galaica, fundada en
Santiago de Compostela a finales de 1888.
Gran Logia Regional de Andalucía (GLPRA)
El 20 de abril de 1888 se
constituyó en Córdoba la Gran Logia Regional de Andalucía que fue
reconocida por el Gran Oriente Nacional de España del Vizconde de Ros.
Gran Logia Simbólica Provincial de
Málaga (GLSPMa):
Fue una obediencia formada en los
últimos meses de 1890 en pro de “una federación por provincias, por
ser más democrática, regular y autónoma”. De una orientación distinta
al federalismo de la Catalana Balear, deseaba la independencia de cada
provincia dentro de cada región. El pensamiento de la Gran Logia
Provincial de Málaga tuvo aceptación en otras provincias que crearon
sus propias Grandes Logias Provinciales. En la misma Andalucía se creó
la Gran Logia Provincial de Almería en 1891 y en Murcia se
constituiría la Gran Logia Provincial de Murcia en 1893, con los
mismos presupuestos autonómicos y similares principios federalistas.
Otras Obediencias en España:
Dejando al margen los poderes
masónicos que trabajaron en nuestras colonias durante el siglo XIX
como el Supremo Consejo de Colón para Cuba e Islas de las Indias
Occidentales de España, la Gran Logia de Colón e Isla de Cuba, la Gran
Logia Simbólica de Puerto Rico, etc., sin tratar de ser exhaustivo
existieron al menos siete organizaciones españolas que debido a su
independencia pueden clasificarse en el rango de obediencias: el Gran
Consistorio de Málaga, fundado en 1878 y que todavía trabajaba en
1881; la Gran Logia Simbólica Independiente Ibérica instalada en
Málaga en 1882; la Unión Valentina constituida en Valencia en 1883; la
Logia Maestral de Madrid de 1883-1884; la Gran Logia Unida de España,
con sede en Madrid entre 1887 y 1888; la Federación de Logias
Independientes de los Valles Galaicos que existió entre 1893 y 1896; y
la Asamblea de Logias Confederadas de Barcelona que estaría activa en
la década de los noventa del siglo pasado.
Por lo que respecta a obediencias
extranjeras con logias en nuestro suelo he podido constatar las
siguientes: Gran Oriente de Uruguay entre 1871 y 1873, Gran Oriente de
Bélgica, Gran Oriente de Francia y Supremo Consejo de Francia, Gran
Oriente de Italia, Gran Logia de Hamburgo, y Gran Consejo de Suiza.
No es difícil deducir el confusionismo
existente dentro de la masonería española decimonónica. Frente al
principio masónico por el cual sólo puede existir una obediencia
regular por país encontramos en nuestra nación una saturación de
obediencias que desborda cualquier presupuesto racional.
Extractado de: Pedro Alvarez Lázaro (Univ. De Salamanca) “Pluralismo masónico en España”,
en J. A. Ferrer Benimeli (coord.) La Masonería en la España del
siglo XIX. Actas del II Symposium de Metodología aplicada a la
Historia de la Masonería Española, Valladolid, 1987, Vol. I, pp.
19-55.
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